Mi abuelo era el Tio Pito.
Era carretero y cuando de pequeños íbamos al
pueblo a ver al abuelo todavía le veíamos trabajar en los carros, como
ahora son los talleres mecánicos para los coches, él arreglaba los carros
cuando ya no quedaban carreteros en los últimos tiempos.
Me cuenta mi madre que cuando
el abuelo trabajaba, hacía los carros de principio a fin.
Para construir un carro, se
tardaba más o menos un mes y seguía un proceso en el que ayudaba toda la
familia.
Primero, compraba las
materias primas: maderas, hierros, pinturas, etc.
Se empezaba por el armazón
que es la caja, a la que se le montaban los barrotes, los estribos, las varas
que son maderas largas que se enganchan a la mula, etc.
Cuando tocaba hacer las
ruedas era un gran trabajo. Se empezaba por el cubo que es donde van los radios
y luego el eje. Para hacer el cubo se ponía a cocer en agua para lo que se
hacía una hoguera que se mantenía durante horas. Los vecinos se reunían
alrededor de la hoguera y hasta se asaban patatas. Con los cubos aún calientes
se ponían los radios que al enfriarse quedaban perfectamente encajados y fuertes
para aguantar los trotes de los caminos.
Las pinas, son maderas un
poco curvadas que van alrededor de los radios y que forman la rueda. Alrededor
de las pinas se encaja el aro.
En la fragua se da la forma
redonda al aro, luego se calientan los extremos que han de cerrar el círculo en
el yunque golpeándolo con la maza y el martillo hasta que quedan perfectamente
unidos y luego se enfría.
El día que tocaba poner los
aros en las ruedas, se hacía una fogata para calentarlos y cuando estaban al rojo, se
cojían los aros con unos gatos, se encajaban alrededor de las pinas y se les
echaba agua que al enfriarse quedaban apretados. Cuando se hacia este trabajo
los vecinos venían a verlo ya que era un espectáculo interesante. Ese día se necesitaba ayuda de
más personas, entre otros el Tío Romanones, el Hilario, además de la familia.
Por último se ponía el eje que va de cubo a cubo para hacer rodar las ruedas
.
Montserrat Fernández del Castillo
¡¡Una cadena de producción concentrada tan sólo en dos manos; las de tu abuelo!!
ResponderEliminarFelicidades por este trabajo, Montse.
Virginia