LOS QUINTOS
Quieres
una vieja historia
¿verdad?;
un
cuento de estos caminos.
Quieres
ver a la amapola,
Pero
me pides aurora
y
canturreas bajito
aquel
verso, tonadilla;
canto
de un viejo viejito.
Su
cachabo lo acompasa,
sus
sin dientes equilibran
peso
de labios sellados
de
cantar, de marza y rima.
Vienen
los quintos y el mayo;
fuerza
y hombría han tenido.
Nuevos
hombres para un pueblo,
pronto…padres
de unos hijos.
Gallarda
la moza espera
con
la cesta y el botijo,
en
el umbral de la puerta
a
que pasen ya los quintos.
Y
ya llegan con “el mayo”;
sudorosos,
bien erguidos.
Pañuelos
cruzan sus frentes,
De
rato en rato perdido.
Ahora
pasa por la casa.
Una
mirada ha ofrecido
y
un guiño, casi a escondidas,
a
su novia, Juan el quinto.
y
levantando un camino,
ponen
firme ese gran tronco;
señal
de senda y dominio.
Todos
están ya tallados;
los
grandes y los chiquitos
y
temen a aquel papel
que
les dice: “tú a tal sitio”.
Se
me olvidaba decirte,
que
al “tumbao” llevan fallido
en
la noche tenebrosa
de
un Viernes Santo; ¡sí hijo!.
con
un collar de rosquillas,
alzan
al “resucitao”,
por
encima de las miras.
Y
se acercan ya las fiestas.
¡Pueblo
festejero somos!.
Los
quintos siempre se encargan
Esa
peña toda blanca
encabeza
la salida
con
sus quintas, con sus trallas
arreando
a las mulillas.
se
despiden estos quintos.
Al
año que viene, otros.
¡Se
hacen grandes los chiquillos!.
¡Virgen
de Arandilla!
Un
adiós, casi llorando,
con
un trozo de tu manto,
te
decimos en la ermita.
Estos
son los quintos, hijo.
¡Vieja
historia te predico!.
Asómate
a la ventana,
Que
vienen por el camino.
Quiero dedicároslo a vosotros; mis quintos (los del 63). Felices 50 años.
Con todo mi cariño:
Virginia Rica Molinero
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